“SOY UN NIÑO”



No siempre obtienes lo que quieres.

Se sabe pero hago la aclaración más obvia. Y si insistes es terquedad pura.

Ahora podría reírme de las ridiculeces que decía o hacía.  Todo era un juego barato de palabras mal dichas, mal pronunciadas pero que importa en los errores esta la diversión; algo poco creíble cuando al final no sucede como lo pensaste.

Viaje a través de ventanas, era curioso, tenía una manía contar hasta llegar al punto exacto. Nunca pedí ayuda y si lo olvidaba volvía a comenzar de nuevo. De todas maneras no lo entenderías esa manía era algo “muy mía”.

De regreso a casa.

 Pasar por una tienda de helado con una vitrina multicolor, con el letrero “Helados hechos en casa”. Siempre que pasaba por ahí era la costumbre ir por helado, iba por uno pero hoy estaba cerrado, pero la puerta principal estaba abierta, de seguro cambio la puerta por donde atendería la señora “Blanca”, quise asomarme pero me detuvieron de la mano, solo vi por la ventana señores de negro llorando.

 Nunca fui de preguntar, porque pasa “esto o aquello” , ya que en el fondo sabía muy bien que no me dirían lo que era realmente. Dije que quería ir al parque, ya que “hoy” no había lo que quería, podía pedir otra cosa más.

En ese entonces no tenía “miedo”, aun no descubría mi miedo a las alturas. Recordé el cuento que leí, pero no recordaba bien el título: “las habichuelas mágicas”, ya que escuche el cuento a medias y de “curiosa” me quede escuchándolo hasta el final, lo más resaltante era; un árbol mágico que podía concederte tres deseos. Ahora tenía una tarea encontrar el árbol del cuento, ¿dónde estará?, no quiero creerlo pero cuando es el momento “todo el mundo conspira para que se den la cosas” o solo tenía que pasar.

 Estaba ahí pasando por aquel parque, ya nada me detenía de ir a buscar el “árbol mágico”. Ya sabía cuáles eran sus características, ya había tenido el tiempo suficiente para pensar mis tres deseos, sabía muy bien lo que pediría era el momento de ir a pedirlos. 

Encontré uno, era el más grande, lo encontré, me dije. Estuve soñando durante hora y media (el tiempo no es exacto ya que no soy buena calculando el tiempo). Desperté y estaba en lo más “alto” de un árbol – Ahora me lleno de curiosidad como es que subí a lo más “alto”, sin ayuda.

Allá arriba todo fue por impulso, mis ganas de encontrar a ese ser mágico y que me conceda los tres deseos que ya circulaban semanas en mi mente, decepción, desperté o simplemente se me había ido la noción. Estaba en lo “alto” del árbol, pero no estaba aquel señor de barba blanca, que me daría la bienvenida y me preguntaría que es lo que quería, espere - pero la espera cada vez se hacía más larga el cielo cambiaba de color, pero yo seguía en mi terquedad esperando.

Escuchaba que alguien me llamaba, pero no respondía, esperaba por mis tres deseos, había llegado tan lejos, me costó!, las rodillas raspadas, ropa sucia y cabello arrancado, no me importaba sabía que en algún momento se cumplirían mis tres deseos. Ya como que quería “llover”, no había nadie ninguna señal de la aparición de seres mágicos. 

Seguían llamándome ahora las llamadas eran más fuertes, y yo ahí inerte, tiesa llorando, de pronto la voz comenzó a cortarse, las llamadas eran con un tono de desesperación, era mi mamá buscándome. Era el momento de dar por perdidos mis deseos, era el final pague mucho, pero era el momento de rendirme, quizás elegí el día donde el señor mágico tomaba su descanso, culpa mía.

Difícil fue subir, fácil al bajar corrí a buscar “el abrazo” y seguir llorando, claro sin decir nada “era algo muy mío”, no es por ser egoísta pero no lo entenderías.  Gracias, con una galleta “Vainilla “ me calme, de cualquier forma escucharía otros cuentos, en ese entonces no era pesimista.




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