“Si no quieres que se quede registrado tan solo dilo como palabras sueltas”


Poco a poco creo lazos un poco fuertes, y me alejo de las personas que un día “lloraron conmigo”

Lo siento, no sé qué está pasando, tampoco creo ser yo la culpable.

Estoy en un punto que si estas “cerca” a mí, te usaré, te necesitaré, te escucharé. 

Soy egoísta hasta un punto que yo misma desconozco (sé que también tú lo eres), no quiero competir, es solo que quiero lo tengas en cuenta.
No lo tomes a mal, ni tampoco pienses que ya no te necesito es solo que ahora “te desconozco”.

¿Irónico verdad? 

Estamos en medio de un juego de pocas palabras, el orgullo es la base del juego. Tenemos los turnos pero nadie quiere avanzar.
Ahora, de nada me sirve que me corrijas y no me digas en que fallé.
La mejor excusa que tengo es “nadie supo qué hacer con los malentendidos”

Te admiro sí, quizás porque tienes la valentía que yo no tengo, de enfrentarte a cualquiera  y decir con tus palabras tu punto de vista, pero ¿En qué momento comencé a odiar tus palabras?

No sé,  hasta qué punto resulte yo para ti, insoportable, pero déjame decirte que ahora me he convertido en el doble.

Mi memoria es mala lo acepto, pero a la vez es selectiva. Es algo que siempre me causa problemas, y rápidamente entro en contradicción.
Siento que me conmuevo por algo falso, me lo advertiste pero siempre lo olvido.

Asume todo lo que estás haciendo, levántate de cada caída como los has hecho siempre,  aun conoces mucho de mí.

Aun puedes apoyarte en mí, aunque déjame decirte que aún no soy muy fuerte.
Quizás quiero contarte muchas cosas, pero a la vez no tengo palabras para explicártelas. Tampoco quiero que me odies por lo que estoy haciendo.

Muchas cosas en particular y a la vez muchas diferencias encontradas. Lo cual no me disgusta, es solo que me tomó por sorpresa, o nunca me di cuenta.




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